KAMASUTRA
Una postura para cada día de la semana
La carretilla:
Al borde de la cama y con los antebrazos apoyados, la mujer
se dispone a ser "levantada" de las piernas por el hombre,
quien de pie detrás de ella, la penetra sosteniéndola de
los muslos. El estímulo y el placer se concentran en los
genitales de ambos, pero es el hombre quien lleva el ritmo
atrayendo el cuerpo de ella hacia el suyo. La variedad de
movimientos y sensaciones que permite la postura es asombrosa:
circulares, ascendentes y descendentes, con las piernas
de ella más cerradas o bien abiertas...
La hamaca:
El hombre está sentado (preferentemente en una superficie
dura, no la cama), con las piernas flexionadas y se toma
la parte posterior de sus rodillas. De esta manera, recibe
a la mujer que se hace penetrar acomodándose en el espacio
que queda entre las piernas de él y su tronco. El presiona
con las rodillas el cuerpo de su compañera, la atrae hacia
el suyo provocando el vaivén de ambos mientras, por ejemplo,
le besa los pechos que están a la altura de su rostro. Una
sensación única que recuerda el tierno ir y venir de las
hamacas de la infancia.
El molde:
Con las piernas juntas y recogidas (para que presionen bien
al pene), la mujer se tiende de costado y relaja su cabeza
hacia atrás mientras él la penetra, ya sea por la vagina
o por el ano (excelente posición para sexo anal) Los movimientos
deben ser suaves y coordinados y la penetración lenta y
profunda: ambos cuerpos se amoldan como dos piezas perfectas
de un rompecabezas... "El molde" es ideal para mujeres que
tienen problemas en alcanzar el orgasmo y/o gustan de causar
la fricción del clítoris durante el coito: las piernas juntas
logran este efecto tan plajustifyo: aprovéchalo.
El trapecio:
El hombre se sienta con las piernas abiertas y su compañera
(ya penetrada) arriba de él. Tomándola de las muñecas, ella
se va relajando hacia atrás hasta caer por completo: debe
estar súper relajada y entregada a la fuerza de su compañero
que la atrae a su cuerpo con sus brazos provocando la embestida
necesaria para el coito. Es una postura complicada ya que
requiere la liviandad de la mujer, bastante equilibrio de
ambos y la fuerza y habilidad del hombre. Ideal para cambiar
la rutina y probar nuevas emociones...
El espejo de placer:
Ella se acuesta de espaldas, boca arriba. Levanta sus piernas
y deja que él las sostenga arrodillado al final de su cuerpo
y apoyando el otro brazo en el piso. El hombre penetra,
domina y posee el control. La postura permite variar el
sentido de la penetración y la apertura de las piernas.
Los rostros no pueden acercarse y las manos poco pueden
hacer en esta posición, lo cual genera una ansiedad sumamente
excitante: ambos cuerpos corren juntos la carrera para llegar
al orgasmo y reflejan en el otro los más variados gestos
de placer y lujuria.
La libélula:
Ambos tendidos de costado, en un lugar cómodo y flexible,
como la cama. Ella de espaldas a él, los cuerpos amoldados...
En un alarde de destreza, la mujer pasa su pierna externa
flexionada abriendo la puerta al placer: el hombre la penetra
haciendo palanca con la pierna de ella, que se apoya en
la cadera de él. Los secretos que el hombre puede propiciarle
a su compañera por la cercanía de su oreja son el condimento
perfecto para alcanzar el máximo de placer. La penetración
llega hasta la mitad del camino, por lo que el goce viene
de la mano del deseo de que se haga profunda y estalle en
el orgasmo más excitante...
El tornillo:
Nada más recomendable para una mujer con dificultades para
llegar al orgasmo que las posturas que presionan el clítoris
mientras la vagina es penetrada. En "El tornillo" esto se
cumple a rajatabla. Ella se acuesta en el borde de la cama
y tiende sus piernas flexionadas a un costado de su cuerpo
(cada mujer sabrá cuál cuál de los dos lados le resulta
más confortable). Esto permite mantener el clítoris atrapado
entre sus mejores aliados para llegar al preciado orgasmo:
los labios vaginales. La mujer puede contraer y relajar
toda la zona, mientras él la penetra arrodillado frente
a ella y tocando sus pechos. Un manjar.
La amazona:
En este caso, es el hombre quien se relaja y se acuesta
boca arriba, con las piernas levemente abiertas y flexionadas
hacia su pecho. La erección la espera a ella, que se acomoda
en cuclillas amoldándose a la postura adoptada por él. La
mujer se "sienta" literalmente en el pene de su compañero.
Debe hacerlo lentamente. Sus muslos impulsarán todo el movimiento
que necesita esta postura, donde la penetración se da en
sentido arriba-abajo. Sólo apta para espíritus arriesgados
y mentes abiertas, "La amazona" es la mujer que cabalga
a su hombre de la manera más salvaje y primitiva.
La butaca:
Recostado sobre una almohada o almohadón confortable, el
hombre se sienta con las piernas flexionadas y un poco abiertas.
Esta posición permite la postura que consiste en que ella
se siente cómodamente en el espacio que él forma con su
cuerpo. Con la ayuda de sus manos, el hombre acomoda a su
compañera en su erección, controlando ambos el ritmo y la
intensidad de la penetración. Las piernas de ella se apoyan
suavemente en los hombros del hombre, quien tiene su cabeza
atrapada y envuelta en los muslos de su compañera. El hombre
puede tocar el clítoris de ella al tiempo que la sostiene
de la cintura con fuerza. La dificultad que reside en acercar
los rostros y lo osado de la propuesta, convierten a "La
butaca" en una postura diferente y extremadamente sensual.
La somnolienta:
La mujer se tiende de costado y el hombre se ubica en su
espalda para penetrarla. Ella estira una pierna hacia atrás
y la enrosca en la cintura de él. Ideal para hombres dotados
y mujeres flexibles, "la somnolienta" cumple varios anhelos
de las mentes fantasiosas: en primer lugar, que ella esté
de espaldas a él, y al mismo tiempo acceda a su rostro y
cuello. Además, que él tenga cómodo acceso al clítoris y
los pechos de su compañera. La apertura de la pierna posterior
de ella para recibir al pene y el abrazo de esa misma pierna
alrededor del compañero es quizás lo más sexy de esta postura.
Anímate!
La sorpresa:
Esta postura es ideal para los amantes del sexo más salvaje
y primitivo. El hombre, de pie, toma a la mujer por detrás
y la penetra tomándola de la cintura. Ella, relaja todo
su cuerpo conforme la gravedad hasta apoyar sus manos en
el piso. El hombre "sorprende" a la mujer por detrás y marca
la cadencia del coito. Para ella, el placer se concentra
en el ángulo de abertura de la vagina que, al ser limitado,
provoca una sensación de estrechez muy plajustifya para
muchas mujeres. Para él, la sensación más poderosa se expande
desde el glande, que entra y sale de la abertura vaginal
a su antojo y acaricia el clítoris en las salidas más audaces.
Además, el campo visual del hombre abarca el ano, los glúteos
y la espalda, zonas altamente erógenas para muchos. La dominación
que él ejerce y la relajación total de ella pueden favorecer
el jugueteo del hombre con el ano de ella: introducir un
dedo durante el coito puede ser enormemente excitante.
Variante de La medusa:
Si el hombre está dotado de flexibilidad y resistencia,
esta posición tiene una variante muy atractiva para los
amantes del balanceo durante el coito. En cuclillas, el
hombre recibe a la mujer preparado para quedar realmente
extasiado: sus movimientos pueden imitar los de una hamaca,
yendo de atrás para adelante con los pies bien apoyados
en el piso. De otra manera, él puede quedarse inmóvil y
dejar que ella se mueva hasta el final.
La profunda:
Esta es una posición de penetración total, de allí su nombre.
Con las piernas elevadas y abiertas, ella aguarda a que
su compañero introduzca el pene en su vagina para calzar
sus piernas en los hombros de él, que apoyará sus manos
para regular el movimiento. A muchas mujeres puede parecerles
complicada, incómoda o dolorosa la visualización de esta
postura, pero vale la pena probarla porque ofrece la penetración
absoluta y un contacto genital único: los testículos se
posan suavemente entre los glúteos y el clítoris se encuentra
presionado por la abertura de las piernas. La dificultad
para besarse y la distancia de los rostros pueden ser ampliamente
excitantes para ambos.
Cara a cara:
Postura clásica y universal, pero no por eso aburrida, el
cara a cara permite una infinidad de variantes para hacerla
más atractiva y excitante. La movilidad de las manos, la
cercanía de los rostros y la comodidad de los cuerpos son
las ventajas que la hicieron famosa. No hay que temer probar
nuevos tipos de contacto durante el coito: que ella toque
los glúteos y el ano de su compañero, que él frote el clítoris
de la mujer o que ella misma lo haga, que las piernas de
ambos estén más cerradas para sentir cierta dificultad en
la penetración.... Es una posición que muchos identifican
con el amor y el romance, los comienzos de una pareja, la
adolescencia... pero vale la pena experimentarla en todas
las etapas de la vida sexual y sacarle el jugo a sus ventajas.
Variante de Cara a cara:
Esta postura clásica también se realiza con la mujer en
la posición dominante, lo que resulta muy excitante para
muchos ya que modifica sustancialmente lo tradicional en
la "Cara a cara" que es el hombre sobre la mujer. De esta
forma ella puede frotar su clítoris en el vientre de su
compañero con más facilidad y según su antojo. Es ideal
para las mujeres a las que les cuesta llegar al orgasmo
y necesitan una estimulación muy directa del clítoris y
los labios vaginales. Además el hombre puede tocar impunemente
los glúteos de su compañera, meter sus dedos en el ano de
ella y atraerla hacia su cuerpo con fuerza tomándola de
las nalgas.
La fusión:
Para esta postura, el hombre se sienta echando su cuerpo
levemente hacia atrás y apoyando sus manos al costado del
cuerpo. Las piernas pueden estirarse o flexionarse según
la comodidad que se disponga y la cabeza puede estar relajada.
La mujer, asumiendo el rol activo de la ocasión, pasa sus
piernas por encima de su compañero y apoya sus brazos atrás
del cuerpo. La estimulación previa debe ser intensa, ya
que durante la penetración esta postura impide el acercamiento
manual y el contacto de las bocas. La mujer marca el ritmo
o se pacta un encuentro pene-vagina con un movimiento de
ambos hacia el centro. De cualquiera de las dos formas,
es esencial que el clítoris aproveche los impactos con el
cuerpo de él. La mirada tiene un componente fundamental
y la palabra puede ser un increíble arma para gozar la fusión
por completo.
Variante de La fusión:
Si el hombre se relaja y apoya todo su cuerpo y la mujer
se incorpora levemente, la fusión adquiere una variante
donde la penetración es más profunda. El ritmo lo sigue
llevando ella y el movimiento que sale con más facilidad
es el arriba-abajo que la mujer debe realizar sobre su compañero.
Las manos de ella pueden tocar el pecho de él o tomar su
pene como si lo masturbara para aumentar el placer de ambos
El sometido:
El hombre se acuesta cómodamente entregando su placer a
la voluntad de su compañera. Aprovechar este juego de sometimiento
masculino puede ser un estimulante total para ambos: el
encuentro puede empezar con caricias y besos de ella a él,
que permanece siempre en la misma posición, para terminar
en la penetración profunda que permite la posición, donde
ella se coloca de espaldas y controla los movimientos ayudándose
de los brazos. Muy erótico para el hombre resulta que ella
asome su rostro por sobre su hombro. Además, el hombre tiene
un fácil acceso al ano y los glúteos de su compañera, quien
puede disminuir la velocidad de los movimientos para disfrutar
del estímulo anal o de que su pareja toque sus pechos.
Variante de El sometido:
Otra forma de probar esta postura es que la mujer extienda
su cuerpo hacia atrás, apoye sus brazos en los de su compañero
y extienda sus piernas hacia adelante. De esta manera, el
hombre podrá llegar a sus pechos con facilidad y la mujer
podrá apoyar sus glúteos en el vientre de su compañero y
realizar movimientos circulares. El pene no puede penetrar
tanto en la vagina, lo cual puede ser sumamente excitante
para ambos.
El abrazo total:
La pareja está de pie, desnuda y enfrentada. Ella trepa
a su compañero por los hombros y abraza su cuerpo con las
piernas. El toma a la mujer de los glúteos y la atrae a
su cuerpo para penetrarla. El abrazo total es parte de un
sexo pasional y creativo, donde el contacto corporal es
muy completo. El ritmo del coito puede ser de dos maneras:
de arriba hacia abajo o de atrás para adelante, dependiendo
de la intensidad de placer que ambos experimenten con cada
opción.
Las aspas de molino:
Boca arriba, la mujer se tiende con las piernas abiertas
a recibir a su compañero que, en esta posición, la penetra
de frente a las piernas de ella. La diferencia de sensaciones
es notable en este tipo de penetración: el clítoris y los
labios vaginales están en pleno contacto con la pelvis y
los alrededores del pene del compañero y la penetración
más accesible es a través de movimientos circulares. El
hecho de no poder verse cara a cara le da un encanto especial
a la postura. La novedad de las caricias sorprende gratamente:
la mujer puede acariciar las nalgas de su compañero, clavar
suavemente sus uñas en la parte posterior a las rodillas,
asir los testículos de su compañero. El hombre; chupar los
pies de ella, morder sus dedos, acercar su mano a los genitales
de ambos que se están fundiendo y tomar su pene para penetrarla
mejor.
El arco:
Variante del "Cara a cara", el arco es una posición que,
a través de una pequeña variante, modifica las sensaciones
al extremo. La mujer permanece acostada boca arriba con
las piernas abiertas y flexionadas, apoyando sus brazos
detrás de los hombros. Cuando su compañero esté listo para
penetrarla, eleva sus caderas y se posa sobre las piernas
flexionadas del compañero. El placer que ella recibe se
centra en la penetración profunda y en la particularidad
de sentir toda la zona vaginal y abdominal envuelta de la
piel del hombre. El cansancio que se experimenta al mantener
la posición se ve recompensado con la potencia del orgasmo
que puede provocar.
La catapulta:
Elevar las caderas, en el caso de las mujeres, es una valiosa
fuente de placer, ya que pone en contacto con el cuerpo
del hombre áreas de su cuerpo que, en posiciones más tradicionales,
no se tocan. En este caso, el hombre se arrodilla y recibe
la vagina de su compañera dejando que ella apoye los glúteos
en sus muslos. La mujer puede extender sus piernas en el
torso del varón o flexionarlas apoyando las plantas de los
pies en su pecho. El hombre tiene fácil llegada al clítoris,
por lo que puede estimular la zona con las manos y mirar
la vagina en primer plano. El ritmo lo marcan juntos, acorde
al deseo de ambos y a la flexibilidad de la mujer.
El furor salvaje:
También conocida como "perrito", esta posición es apasionada
y salvaje. Ambos en cuatro patas, concentra una cantidad
de ventajas que pocas posturas tienen: la comodidad del
hombre para tocar el clítoris o el ano de su compañera,
la variedad de movimientos que permite, la posibilidad de
que la mujer tome con una mano los testículos del hombre
y la facilidad para intercalar sexo anal y vaginal. Además,
la posición permite al pene "atraparse" entre los glúteos,
lo cual suele ser muy excitante para el hombre. En pocas
palabras, el encuentro sexual que incluye esta postura suele
ser salvaje y hacer furor entre sus protagonistas. Dice
el Kama-Sutra: "En el ardor de la cópula, una pareja de
amantes enceguece de pasión y prosigue con gran impetuosidad,
sin prestar la menor atención a los excesos".
La doma:
El hombre cómodamente sentado recibe a su compañera que
se encaja a su cuerpo sentándose también sobre la erección
de él. La mujer puede hacerse desear tomando el pene con
la mano y posándolo sobre su vagina haciendo movimientos
suaves sobre ella, pero sin introducirlo. El hombre puede
imponer su voluntad presionando a la mujer hacia su miembro
lentamente, mirándola a los ojos. La pasión del abrazo,
los juegos de lengua y las espaldas de ambos al alcance
de la mano para causar escalofríos en el otro son algunas
de sus bondades. La doma puede ser un camino hacia un orgasmo
intenso e inolvidable.
Variante de La doma:
La mujer también puede "domar" a su potro colocándose de
espaldas a él y marcando el ritmo apoyando sus pies en el
piso. El, a su vez, puede tocar sus pechos, besar su cuello
y tirar del cabello de su compañera mientras ella se mueve.
El ángulo de visión que ofrece esta variante es uno de los
más excitantes para el hombre, ya que permite ver en primer
plano cada embestida que realiza su compañera.
La acrobática:
No apta para cuerpos entumecidos, esta posición puede parecer
incómoda, pero si la flexibilidad lo permite puede resultar
muy excitante. El se acuesta relajado y erecto. Ella se
coloca de espaldas a él, se hace penetrar, flexiona sus
rodillas y se inclina hacia atrás, lentamente para que el
pene no se salga de la vagina. Para activar el movimiento
necesario para el coito, ella debe levantar su vientre y
relajarlo sobre el de su compañero. El tiene fácil acceso
al clítoris y los pechos de su compañera. Ella no puede
estar más cargada de ocupaciones, con lo cual no tiene más
que relajar el resto del cuerpo hasta acabar más cansada
que nunca, lo que hace más excitante el orgasmo. Según el
Kama Sutra muchas de estas posiciones están tomadas del
hatha yoga, por lo cual pueden resultar difíciles para los
no iniciados.
Deleite:
Ella se arrima al borde de la cama o de una silla. El se
arrodilla para dejar su pene a la misma altura que la vagina
de ella, que se abre de piernas para recibir el sexo de
su compañero y echar su cuerpo para atrás en una sutil relajación.
Al mismo tiempo, el cuerpo de él es envuelto por las piernas
de ella mientras se ocupa de marcar el ritmo de la penetración.
La posesión:
Las piernas se entrelazan en esta postura sensual y plajustifya,
donde la mujer permanece acostada y con las piernas abiertas
esperando que su compañero la penetre sentado y tomándola
de los hombros para regular el movimiento. El pene entra
y sale desviando su movimiento hacia abajo, ya que la altura
del vientre de la mujer queda levemente más arriba que la
del hombre.